Dia 12: Música para la esperanza
Buenos días le grita el corazón, y se levanta, antes de que asome el primer rayo de sol. Un café a solas, en su casa ruidosa, en silencio, todo el mundo duerme, y es que estos días nadie madruga, para que lo van a hacer, solo los adoradores de la madrugada están despiertos, aquellos que no han encontrado a Morfeo aún, y aquellos que inquietos se levantan muy pronto. Sale a su terraza, café en mano y observa al vecindario, nunca los había sentido tan cercanos, nunca se habían saludado des del patio interior, nunca su terraza había tenido tanta expectación.
Por los primeros días del confinamiento pensó que necesitaba hacer algo para los demás. Cuando empezaron los aplausos, fue la primera en salir y la última en irse, y se le fue fraguando una idea en la cabeza, hay que animar esto, hay que encontrar un momento para desconectar. Las noticias no son muy esperanzadoras, una curva que nunca baja y el mandamiento único de quedate en casa, como respuesta de todas las angustias, cada día la llama alguien, este está enfermo, aquel se va al hospital. Ella les dice que llamen a los teléfonos, que no salgan de casa. Por suerte a día 12 ya parece que todos lo han entendido, en casa se está mejor, y si sales lavate las manos al llegar y no te toques la cara.
Por el camino tutoriales de mascarillas en YouTube y maquinas de coser a toda marcha haciendo material casero de protección. Al salir al mercado se fija, hay todo tipo de mascarillas en la calle, algunos con guantes de látex, otros con guantes de moto y le asalta la duda de si irá poco protegida. Mantiene la “distancia social” un metro y medio y saluda con la cabeza a las conocidas.
Su idea no es difícil, algo que haga feliz a la gente con los medios de que dispone en casa. Al llegar del mercado la propone al resto de la familia, estamos a día 5 de confinamiento y en su casa hijos y marido viven en una nube gris que le parte el alma. Al principio reciben la noticia con escepticismo, todo es muy complicado, para que se van a meter en esa empresa, y demás escusas. Pero ella no atiende a razones, se va a hacer y punto. Con su hijo mayor desempolvan los altavoces del altillo, eran para un proyecto de Dj que este chaval quería hacer y no siguió. La mesa de mezclas la conecta el pequeño al ordenador, y a las 5 de la tarde está todo listo.
A partir de ese día 5 de confinamiento a las 8 de la tarde, suena música y baile para todos los vecinos, se intercala el Flying Free, Chimo Bayo y Boney M, con otros éxitos del momento.
Cada mañana ella prepara una lista de las canciones que quiere poner, habla con sus hijos para que las busquen. A las 8h se aplaude ella la primera, la que más fuerte aplaude, la más vigorosa. Luego empiezan los temas clásicos, cada día suena el Resistiré del Duo Dinámico, y luego las canciones elegidas.
Ella sonríe des de su terraza y entona coreografías y bailes que sus vecinos siguen y vitorean des de sus balcones y terrazas. Y ella se siente como una diva en el podio de una discoteca, rejuvenecida, feliz y dinámica. El humor en su casa también ha cambiado, los hijos se pelean por elegir canciones, el padre coge el micrófono para dinamizar la fiesta. Y en esa media hora, el vecindario se sume en cánticos y bailes, que hacen que olviden el miedo.